viernes, 18 de octubre de 2013

Buenas Noches, Sarajevo

Adoro las historias de amor.
Cualquiera que me conozca un poco lo sabe.
Y adoro el amor en todas sus formas.
Pero sin duda, una de mis representaciones preferidas del amor es la pasión; que da para chapotear, flotar y nadar en ríos de tinta.
Para mí, la pasión es una fuerza arrolladora, es voluptuosidad, es el genio de la voluntad, lo que le da sentido, lo que le insufla alma.
Es lo que nos hace salvajes.
Y admiro profundamente a la gente que hace de ese empuje su forma de vida.
Aunque a veces esas personas no sepan lo que pienso de ellas.

Hay individuos que me transmiten una sensación especial.
Son aquellos de los que estoy convencida que están destinados a hacer algo más.
No lo pienso de todo el mundo, ni se lo digo a cualquiera.
Ni si quiera tengo por qué tener demasiada relación con ellos.
Es como si algo, dentro de mi, me dijese:
"Sí, va a hacer algo grande; y tú lo sabes".

Quizá me equivoqué de estudios, de profesión... y debería haber sido cazatalentos.
Quizá nací muy tarde y un poco lejos de donde hubiese podido sacar partido a esta virtud mía. Hubiese sido una gran Médici, y el mío un mecenazgo legendario.

El caso es que hace unos años, cuando trabajaba en la SER, conocí a una de esas personas.
Se llama Eduardo Marín y le definen como un "buscavidas".
Cuando le ví por los pasillos de la radio tuve la sensación de que las redacciones eran su medio natural.
No sé si entró a trabajar dos años o dos días antes que yo, pero parecía que pertenecía a ese lugar.
También he de confesar que siempre me pareció que le faltaba una mochila a la espalda.
Como si su verdadero papel todavía estuviese por llegar.
Contar historias, sí, pero distintas.
Nada de resumir en veinte segundos una noticia para un boleto, sino abrir una mochila de tela y cuero, manchada de polvo, y sacar cuadernos, papeles, fotos... Contar distinto.

Edu es una de esas personas pasionales.
Una de esas personas que lee un libro, se enamora de la historia, busca a su autor... y acaba embarcándose en un proyecto lleno de magia y de sentimiento.

Boban Minic y Eduardo Marin

Y entonces nace Good Night Sarajevo
Hay pocos escenarios más desesperanzadores que un conflicto bélico; y poco que un civil pueda hacer en esos momentos; pero durante la guerra de Bosnia, Boban Minic, un locutor de Radio Sarajevo, hizo de las noches tristes de sus compatriotas, el momento de olvidarse del mundo.
Y eso, durante una guerra, es decir mucho.

Minic lleva viviendo en España desde 1994 y Marín y dos compañeros más, Olivier Algora y Davide Giorni, movidos por la fuerza de esta historia, están realizando un documental en el que relatan el reencuentro agridulce de este soldado de las ondas con su pasado. Y con Sarajevo.

Estos valientes se han embarcado en una preciosa aventura que, como todo, cuesta dinero. Y yo me siento profundamente orgullosa de haber colaborado con una pequeña aportación en el crowdfunding (o financiación colectiva) que han puesto en marcha.
Por fin soy mecenas, aunque sólo sea un poco. (Ver crowdfunding)
Ojalá pudiese ser más.

Y ojalá esto llegue a muchas personas que se enamoren de Boban, de Edu, de Olivier, de Davide, de la radio, de los reencuentros... De lo que haga falta, para ayudar un poquito a que Good Night, Sarajevo tenga el final que se merece; como todas las historias bonitas han de tenerlo.

Todo vale, todo cuenta.
Como un susurro en la noche, en mitad de un bombardeo.

lunes, 14 de octubre de 2013

Esto no es Crepúsculo

 
Esta mañana, mientras estaba en rehabilitación, ha entrado una persona del Hospital de Madrid. Ha dicho que se necesitaban donaciones de sangre y que había un autobús en la puerta y un par de cabinas preparadas en el centro para todo aquel que quisiese acercarse.

Hoy se celebra el Primer Maratón de Donaciones en la Plaza del Conde de Valle Suchil y yo he participado, con mis 486 cc. de sangre.
Van a estar hasta las 19:00, pero no pasa nada si tenéis horarios malísimos, si os pilla fatal o si hoy tenéis el día torcido... Hay muchos puntos fijos y móviles por toda la Comunidad a los que podéis acudir para ayudar con algo que, por suerte, nos sobra.


Laura, la chica que me ha pinchado, lo ha hecho de maravilla. Lo digo por todos los aprensivos y asustadizos.
Antonio, el chico que ha estado pendiente de mi, ha sido absolutamente encantador. Lo digo porque me ha caído simpático, me ha dicho que no tengo pinta de arrugarme ante nada; y eso se agradece, aunque sea entre risas y bromas... O precisamente por ser entre risas y bromas cuando llevan un rato sacándote sangre.
 
Además, otra chica, que no sé cómo se llamaba, me ha pintado una carita feliz por haberme portado tan bien...
 
 
Cualquier momento es bueno para empezar ¿no?
¿Por qué no hoy?


lunes, 7 de octubre de 2013

Aviso de Fraude con su Sonrisa

Estoy muy enfadada.
O triste. Todavía no lo tengo claro.
Hace unos días me llegaron un par de mensajes al móvil en los que me daban un código de seguridad para efectuar una compra que se supone que yo estaba realizando por internet.
Por supuesto, yo no estaba comprando nada, y lo primero que hice fue llamar a mi banco para bloquear la tarjeta y denunciar el fraude que se estaba realizando con mi plástico.
Después de trámites pesados y aburridos, de ir de un lado a otro... hice todo lo que tenía que hacer, a saber (por si os pasa, que espero que no):

-Cancelar la tarjeta en cuestión lo antes posible y denunciarlo al banco.
-Rellenar el formulario que os facilitarán bien por correo electrónico, bien en una sucursal (os recomiendo esta opción; los cargos que os harán suelen ser en otros países y si consultáis vuestra cuenta a través de internet, no tendréis los movimientos actualizados... y necesitaréis que os los faciliten desde el banco).
-Presentar el formulario en una oficina y PEDIR UNA COPIA DE LOS MOVIMIENTOS SELLADA PARA HACER LA DENUNCIA EN LA POLICÍA.
-Acudir a una comisaría a efectuar la denuncia con el papel del banco (los movimientos sellados que acabo de mencionar).
-Llevar la denuncia de la Policía a la sucursal (ellos se quedarán con una copia y os devolverán el original), por lo visto, esto se hace para que te devuelvan el dinero según me dijeron en comisaría... No sé por qué en mi banco este detalle lo omitieron... (tampoco sé si es imprescindible o no para la regularización de los movimientos, mantengamos el beneficio de la duda...)
Y ya...

Se supone que así se inicia la investigación en la que se comprueba que yo no he hecho nada, que no he ordenado, ni me he beneficiado de esas compras, etc, etc... Y claro, a mi lo que más me interesaba, después de saber que si todo va bien (no tengo ningún motivo para creer que no va a ser así) me devuelven la pasta... Era entender cómo coño, si la tarjeta ha estado siempre conmigo, había comprado en Singapur, China, Estados Unidos...
Si me la han pillado por internet en alguna compra no segura... Pues mira, bueno que bueno... No compro en sitios raros, pero nunca se sabe. Pero lo que me enfada y me entristece es que me la hayan duplicado.

Sé que no es nada personal. Que no me lo han hecho por ser yo quien soy; pero... asumo que la persona que duplica una tarjeta es quien tiene acceso a ella, por tanto, quien te cobra; y yo soy muy amable con los camareros y/o dependientes. Siempre les sonrío porque les tengo especial simpatía; porque me cae mal la gente que no es educada con ellos y a lo mejor, por eso, les sonrío un poquito más.
Y me parece indignante que alguien a quien yo esté mirando a la cara, sonriendo y con quien esté siendo encantadora me esté apuñalando, sin sentirse, si quiera, un poquito mal.
Me parece una vergüenza que alguien tenga tanta cara dura y tan pocos escrúpulos que pueda estar esos segundos que dura la transacción real (y el rejonazo que te está dando) ahí, delante de ti, sin cambiar la cara, que te de tu ticket y los buenos días, las buenas tardes o las buenas noches.
No, cabrón, buenas serán al que le vas a dar mi tarjeta, que le va a levantar 800 pavos al banco.
O buenas serán para ti, que te van a pagar por cada banda magnética que entregues si estás metido en alguna mafia...
Pero para mi... ¿Para mí? ¡Nada más que inconvenientes, desgraciado!

¿Y ahora qué? ¿A desconfiar hasta de mi sombra? ¿A pagar en efectivo por los siglos de los siglos? ¿A sonreír de menos?

Me da mucha pena.


lunes, 23 de septiembre de 2013

10 y 20

10 cosas que odio y 20 que adoro...
¿Por qué 10 que no me gustan y 20 que sí?
Porque creo que es verdad que por cada cosa mala que te pasa, hay dos buenas esperándote.

No me gusta...
1. La gente que es desagradable con los camareros
2. Las palomas
3. La agresividad
4. Las personas que no escuchan
5. El gin tonic
6. La falsedad
7. La falta de respeto
8. El olor de la gasolina
9. La trufa
10. Los chicles







Me gusta...
1. La gente que sonríe
2. Las personas que recuerdan los nombres
3. Observar a alguien cuando hace algo que le gusta
4. Los viejitos que van por la calle de la mano
5. Los besos
6. Los abrazos
7. Viajar
8. Escribir
9. El sexo
10. Cantar
11. El té pakistaní con leche
12. Los susurros
13. Hacer fotos
14. Acostarme y levantarme tarde
15. Los hombres con barba
16. Las flores
17. Las máquinas de escribir
18. La pizza
19. La risa
20. Hablar delante de un micrófono
21. Mirar el cielo
22. Observar a la gente y, a veces, inventarme sus historias
23. Tener razón
24. La complicidad
25. Que me guiñen un ojo

Ah, sí... Empezaron siendo 20, pero una vez que pones la mente en positivo, cuesta parar...
Probadlo. Para todo.

miércoles, 31 de julio de 2013

Las Mujeres Perfectas

Las mujeres perfectas no existen, y todos lo sabemos.
Y quien no lo sepa, ya es hora de que se entere:

LAS MUJERES PERFECTAS NO EXISTEN.

Los hombres tampoco, claro.

Pero sí hay prototipos que se acercan mucho a nuestros ideales. Y lo digo en plural porque sería imposible que una sola mujer fuese la ideal para todo el mundo.
Hay quien las prefiere rubias -como Marilyn-
Hay quien las prefiere morenas -como Sofia Loren-
Hay quien las prefiere pelirrojas -como Rita Hayworth-
Pero incluso en esto, hay disparidad de criterios, porque hay quien las prefiere menos exuberantes, y más tímidas, más recatadas.
¡Somos un mundo! Y es bueno.

Pero no sé por qué, cuando voy por la calle, o en el autobús, y veo a chicas hipermonas e inmaculadamente peinadas, esas tres palabras se me vienen al instante a la cabeza "Las mujeres perfectas".

Ni un pelo fuera de su sitio.
Es algo que me parece increíble, loable incluso; abrumador y terrorífico.
No hablo de que tengan una melena de ensueño, que suele ser habitual, sino de que el peso, y el paso, de la vida no cae de manera alguna sobre sus cabezas.
Y no lo entiendo.

Yo me levanto, despeinada.
Me ducho y tengo que emplear toda mi paciencia para deshacer los nudos que me enredan los pensamientos.
Me visto, voy andando a rehabilitación, hago lo que me mandan, me tumbo en una camilla, termino mis cosas, cojo el metro (todo esto, bolso para arriba y bolso para abajo, de vez en cuando metiendo y sacando la cabeza de algún collar, de algún pañuelo, con algún cambio de vestuario...), me voy a trabajar.
Paso horas moviéndome y horas sentada, termino de trabajar y me voy a casa.
Es frecuente que tenga que echar alguna carrera hasta el autobús, o que me baje antes y camine un rato.
Hago cosas en casa: lavadoras, fregar, tender, recoger... paso calor, me recojo el pelo.
Así todos los días.
No tengo tiempo, ni ganas, de cepillarme el pelo cien veces como hacía Escarlata.
Ni tengo una esclava que me lo haga.
Y supongo que soy la pesadilla de mi peluquero, porque aunque me llevo muy bien con él y le quiero más de lo que se imagina (amo profundamente a todo aquel que me diga cosas bonitas y me haga caso cuando le pido que SÓLO ME CORTE LAS PUNTAS), busco ser práctica en determinados aspectos; esto es: estoy más despierta de noche que de día, por lo que me cuesta mucho levantarme por las mañanas.
Prefiero dormir 15 o 20 minutos más a secarme el pelo y peinármelo.
Lo que se traduce en: "Arturo, por favor, un corte que no cueste mucho mantener, ni peinar". Y el pobre, que es un santo, hace lo que puede conmigo.

Y claro, con estas premisas, no se puede ser una de Las Mujeres Perfectas.
Y no quiero serlo, pero me extraña que cualquier mujer, mínimamente normal, pueda tener tan en orden algo que depende de factores tan aleatorios o tan primarios como la Madre Naturaleza.
Porque esa es otra. Yo creo que la Madre Naturaleza es tía porque si fuese hombre, las mujeres le íbamos a forrar a hostias.
Calor, viento, lluvia... ¡Agentes externos contra el peinado perfecto!
Tú y yo lo pensamos, con nuestras melenas más o menos cuidadas, y decimos "hombre, ni que a la primera de cambio fueses a ponerte como Mónica en Barbados..."
¡¡Claro, tú o yo no... porque tenemos un pelo normal... pero ellas... ELLAS...!! ¡Sabe Dios lo que tendrán que hacer para conseguir esa obra de arte, porque por muy superficial que pueda parecer el asunto, mérito tiene un rato!

Y está bien darle vueltas a algo tan absurdo como lo perfecto que alguien tiene el pelo, porque acabas repensando que no eres una de ellas.
Siempre lo he sabido... y me gusta.
En el fondo disfruto enredándome el pelo, despeinada... Y menos mal, porque no sé ser de otra manera.
Pero también, acabo dándome cuenta de que no es malo no llevar un pelo fuera de donde le corresponde. Quien disfrute peinándose cien veces, que lo haga, ¿por qué no? Eso sí, sin esclavizar a nadie, por favor...
A lo mejor Las Mujeres Perfectas ordenan su vida a golpe de mascarilla, sérum y secador de iones... Lo único inmutable en este mundo de cambio.
A lo mejor Las Mujeres Perfectas sueñan con coletas o moños en lo alto de la cabeza un caluroso 31 de julio...

O a lo mejor me está mirando y piensa: "yo no podría llevar esos pelos"... pero francamente, querida, me importa un bledo.


miércoles, 10 de julio de 2013

Mi primera amiga


Me gustan los 10 de julio.
Y le gustarán por muchos motivos, a muchas personas, pero a mi me gustan por una sóla razón: es el aniversario del nacimiento de una persona increíble.

Si me preguntasen cómo es Ana, sólo se me ocurrirían cosas buenas que decir. Y si lo pensase un poco más, seguirían viniéndoseme a la mente más y más cosas buenas. Nada malo, porque, aunque seguro que tiene defectos... tiene tantas virtudes que aquellos pasan inadvertidos.

Ana, para mí, es un conflicto; porque soy incapaz de discernir si es más inteligente o divertida.
Es muy, muy lista... pero también es una de las personas con las que más me río, y más a gusto lo hago.
Si tengo que elegir, creo que elijo lo de divertida. Sí, porque no concibo el humor sin la inteligencia.

Así pues, Ana es divertida e inteligente a partes iguales, es fuerte, independiente, es trabajadora, es encantadora, es empática, sensible y bondadosa y tiene un poco de cada una de sus amigas y muchas cosas con las que nosotras soñamos.

Físicamente es guapa, mucho. Y alta. Tiene el pelo moreno y brillante y la piel clara. Tiene unos ojos preciosos, más verdes que marrones. No es que los tenga entre un color y otro, es que los tiene ambos. En su mayoría son verde oscuro, pero también tienen algo de marrón.
Tiene la cara redondeada y las facciones dulces.
Es delgada y proporcionada, de piernas largas y manos de pianista o... cirujana. Ah, sí, es médico.

A sus 28 primaveras puede asegurar sin miedo a equivocarse que tiene mi admiración desde hace muchos años. Es de esas personas a las que miras y sientes que puede hacer a la perfección cualquier cosa que se proponga.
Tiene capacidades de sobra. Y sensibilidad.
Una combinación perfecta.

Así que si recapitulamos, tengo una amiga que es física e intelectualmente un espectáculo, con una prometedora carrera e infinidad de cosas que ofrecer al mundo...
Sí, soy una persona muy afortunada.

Tuve la suerte de que hace muchos, muchos años el destino nos pusiese a las dos en ese patio de colegio una mañana de septiembre.
Tuve suerte de que esa niña con el abrigo azul de casitas se acercase a hablar conmigo.
Tengo suerte de haber conservado a mi primera amiga. A la primera niña que conocí el primer día de colegio.
Tengo suerte de que el destino haya querido que hayamos vivido en la misma calle durante 26 años.

Y tengo suerte de poder felicitar hoy a alguien que ha sido y sigue siendo fundamental en mi vida.

Alguien que ha compartido momentos maravillosos a mi lado y me ha sacado una sonrisa en los más difíciles... porque sabe escuchar cuando lo que necesitas es vaciarte, te aconseja cuando necesitas orientación, te ayuda a desahogarte...
Es todo lo bueno que se puede decir de alguien: una gran amiga y una gran persona.

Con ella tengo algo que valoro por encima de todas las cosas, porque es mágico... una COMPLICIDAD infinita.

Así que, a pesar de que con estas líneas pretenda felicitarte... La realidad es que para felicidad, la mía, por tenerte en mi vida desde hace tanto tiempo.