miércoles, 14 de enero de 2015

¡Bendito cartero y benditos vosotros!

Tengo cosas que decir; pero no quiero empezar el año sin cerrar alguna etapa anterior.
Ya sé que normalmente estos balances se hacen a 31 de diciembre, o antes, pero siempre he sido más emocional que racional.

Si hace unos meses escribí aquí mi Lista de Deseos, es justo que, en el mismo lugar, agradezca a los que los han cumplido.

Por primera vez en la historia, no voy a seguir del todo un orden cronológico. Y me sorprende hasta a mi.



Puntual, como no podía ser de otra manera, apareció una ranita de ojos enormes en mi buzón, y unas palabras que dicen mucho de la persona que las escribe: "si algo tan fácil te hace feliz, ¿cómo no cumplirlo?".
Gracias a una gran amiga por ser una incondicional.

También quiso complacerme alguien que sé que no sólo me piensa cuando toca, porque me demuestra muchas veces que se acuerda de momentos que hemos vivido juntas. Y la adoro por ello.
No sé si se lo agradezco todo lo que debería, porque soy muy desmemoriada y ella, tremendamente disciplinada. Gracias por compartir tus vistas y todo lo demás.

Desde fuera de nuestras fronteras llegó una estampa romana. Y como a mi me encanta comprar postales cuando viajo, me encanta recibirlas... Y más de personas que te sorprenden; con las que no tienes tanto contacto como antes, pero que cuando las ves, sientes que nada ha cambiado. Gracias.

Y desde London con amor llegó primero la foto que atestigüaba que la postal había sido enviada, y después, la prueba de dos cosas: que mi intuición no falla, y que no podría estar más feliz por una de mis imprescindibles.
Que la quiero con locura y que su presencia es, como digo, indiscutible en mi vida ya lo sabe. Y que cada vez soy más fan de su chico, también. Me encanta que dos personas tan maravillosas se hayan encontrado. Gracias por lo buenos que sois y lo buena que me hacéis.

Hace unos días el cartero también paró en mi portal.
No era una felicitación por mi cumpleaños, pero poco importa, porque tampoco era una tarjeta navideña al uso. (Y porque como sabéis, me encanta recibir cartas).
¿Estaba llena de buenos deseos? Sí. Pero más de palabras bonitas y de amor. Mucho amor. Como todo lo que sale de uno de los mejores corazones que conozco. Gracias. Es mentira que las líneas paralelas no se junten nunca. Nosotras nos abrazamos un montón.

Aunque en este punto hayamos avanzado en tiempo y espacio, me permito poner mi DeLorean en punto muerto y volver al instante en el que empezó mi cumpleaños, las primeras felicitaciones y una tarjeta grande, enorme y preciosa que hizo que se me inundasen los ojos encima de la cama.

Gracias por hacerme reír, llorar y cantar con tus palabras. Como siempre.
A pesar de que yo soy más desastre de lo que debería y tú más mandón de lo necesario, al final las cosas funcionan. Y los enfados, casi siempre, acaban en esa risa que se nos escapa.
Gracias también por ese "las veces que haga falta". A lo mejor no lo sabes, pero puede que sea la declaración más bonita que me hayan hecho nunca.

Cada uno de vosotros me habéis hecho inmensamente feliz.
Gracias, gracias, gracias.